En este país futbolero, el fútbol de robot no levanta y esta vez que no culpen a Riquelme. No crece como esperaban o como les gustaría a los fans e impulsores como el licenciado Gonzalo Zabala, investigador del CAETI. Por un lado, "se cree que esto es algo destinado a los dioses del Olimpo", dice Gonzalo, algo inalcanzable. Su coequipier en los campeonatos y la investigación, el ingeniero Néstor Balich, introduce otro problemita: los costos.Para Zabala, con un Lego está más que bien para empezar. Claro que está lejos del UAIBOT C-2, una suerte de Arturito plateado brillante capaz de soportar una carga de 150 kilogramos y desarrollar una velocidad de entre 7 y 10 kilómetros por hora. Teleoperado, serviría como transporte de carga, aunque también le encuentran sentido en actividades de marketing. Equipado con sensores de proximidad y distancia, podría dar saludos de bienvenida y hacer otras gracias.De todos modos, no es lo importante. La investigación en robótica y en fútbol de robots sirve para que los estudiantes hagan sus primeras armas como programadores y para otras cosas. Por ejemplo, para la investigación en los sistemas de visión autónoma, lo que tiene utilidad para asistir a personas ciegas mediante procesamiento de imágenes.En la incubadora de negocios de la UAI también han desarrollado, y patentado, una suerte de resina que simula partes del cuerpo humano para que, por ejemplo, estudiantes de medicina o investigadores puedan hacer sus prácticas sin necesidad de utilizar cadáveres. Esto y la robótica aplicada a la vida hogareña son algunas de las aplicaciones que aparecen a la vuelta de la esquina.
